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El teatro desde 1940 a nuestros días

Page history last edited by manuelferrari 14 years, 2 months ago

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EL TEATRO DESDE 1940 A NUESTROS DÍAS

 

 

1.  INTRODUCCIÓN

 

Comparado con la riqueza del teatro extranjero, el teatro español posterior a la guerra presenta evidentes limitaciones, debidas a los especiales condicionamientos políticos o culturales de la época. Pese a todo, no han faltado dramaturgos que pugnaban por recoger las inquietudes de cada momento o que buscaban nuevas formas de expresión teatral.  En el teatro posterior a la guerra pueden reconocerse unas etapas y tendencias paralelas a las que se dieron en la novela y en la poesía:

 

2.  EL TEATRO DE POSGUERRA: Años 40

 

El teatro de la primera posguerra cumplió básicamente dos funciones: entretener y transmitir ideología. En toda esta producción cabe señalar las siguientes tendencias:

 La comedia burguesa, en la línea del teatro benaventino. Se caracteriza por la perfecta construcción y por su intrascendencia, con dosis de humor y ternura. . Además del propio Benavente, los dramaturgos principales son:

José María Pemán. Los tres etcéteras de don Simón, Callados como muertos.

Joaquín Calvo Sotelo. Una muchachita de Valladolid, La visita que no tocó el timbre.

Juan Ignacio Luca de Tena. Don José, Pepe y Pepito; ¿Dónde vas, Alfonso XII?

 El  teatro humorístico, en el que destacan dos autores:

Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil, llenas de personajes en constante movimiento, lo que induce a la risa. Representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero. Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada.

Miguel Mihura, cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que  impiden al hombre ser feliz. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa (estrenada en 1952). A ella se suman El caso de la señora estupenda, Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia o Ninette y un señor de Murcia.

 Un teatro grave, preocupado, inconformista, que se inserta, al principio, en una  corriente existencial. Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno de  Historia de una escalera, de Buero Vallejo y 1953, en que un teatro universitario presenta Escuadra hacia la muerte, de  Alfonso Sastre. 

 

 

3.  EL TEATRO REALISTA DE PROTESTA Y DENUNCIA

Antonio Buero Vallejo. En la ardiente oscuridad representa el crudo enfrentamiento con una realidad que no puede escamotearse ni disfrazarse. La tejedora de sueños es la recreación del mito de Ulises y Penélope; Irene, o el tesoro, análisis del desdoblamiento de la realidad. Historia de una escalera es probablemente una de las obras más importantes del teatro de esta época. El tragaluz  constituye un ataque en toda la línea de flotación al franquismo y a su obsesión por influir nuestra visión tanto de la historia pasada como futura. Un soñador para un pueblo relata el fracaso de un hombre empeñado en mejorar la vida de un pueblo. El concierto de San Ovidio, Parábola en tres actos se estrena en 1962.

Alfonso Sastre formó el Teatro de Agitación Social. Su obra más destacada, Escuadra hacia la muerte, muestra la rebelión contra la autoridad que induce a una guerra que nadie entiende. Otras obras suyas son La sangre y la ceniza (de 1965, pero estrenada ya en 1976) o La taberna fantástica (1966, estrenada en 1985).

      Un grupo de autores jóvenes, siguiendo los planteamientos realistas iniciados por Buero y Sastre, ofrecen a lo largo de la década siguiente,  una propuesta teatral que presenta una clara actitud testimonial de denuncia de las injusticias sociales y de la alienación del individuo en muchas profesiones; se vale de un realismo directo y  crítico que tiene al pueblo como protagonista; Se inspira en la visión esperpéntica y desgarrada de la vida; adopta un lenguaje violento, sin eufemismos. Sobresalen Martín Recuerda,  Rodríguez Méndez,  Carlos Muñiz, Lauro Olmo y Rodríguez Buded.

  ◦ Un autor de difícil clasificación que inicia su trayectoria dramática en esta época es Antonio Gala. Comenzó su dramaturgia con Los verdes campos del edén en esta década. Durante los años setenta, Gala goza reiteradamente del favor del público con obras como Los buenos días perdidos (1972), Anillos para una dama (1973). Las obras de Gala se caracterizan por su tono poético, fácil simbología, presentación escénica convencional y una cierta propensión por lo didáctico o moralizante. El lenguaje cuidado y un tanto preciosista es característico de unos personajes que parecen haber heredado uno de los dones de su creador.

 

 

4.  LA BÚSQUEDA DE NUEVAS FORMAS DRAMÁTICAS

 

 

El deseo de experimentación formal v de encontrar cauces dramáticos diferentes es de especial intensidad en un grupo de escritores que, de modo paralelo a como ocurre en la narrativa y en la poesía, consideran agotado el realismo social y se reclaman utores de un nuevo teatro.   Este nuevo teatro o teatro experimental se definirá, sobre todo, por su oposición estética a los realistas, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social ni encontraron facilidades para ser representadas, tanto porque a menudo chocaron también con la censura, como porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en un público amplio. Entre los autores de esta corriente, podemos señalar a:

Fernando Arrabal, cuyas obras están a medio camino entre el esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo: El cementerio de automóviles, El arquitecto y el emperador de Asiria, Pic-Nic, Oye, Patria, mi aflicción. Creó el “teatro pánico”, presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas más frecuentes en sus obras son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte.

 Francisco Nieva, que escribió, según él mismo, tres tipos de teatro: teatro furioso (Pelo de tormenta); teatro de farsa y calamidad (Malditas sean Coronada y sus hijas), y teatro de crónica y estampa (Sombra y quimera de Larra).

José Ruibal (La máquina de pedir, donde un enorme pulpo se convierte en símbolo de la tecnocracia).

Miguel Romero Esteo (Pontifical, El vodevil de la pálida pálida pálida rosa).

 Luis Riaza (Retrato de dama con perrito).

Manuel Martínez Mediero (El último gallinero, que constituye una parábola olítica, o Las hermanas de Búfalo Bill).

 

5.  EL TEATRO DE 1975 A NUESTROS DÍAS

 

 

Algunas de las tendencias más significativas de esta etapa son:

Un  teatro experimental y vanguardista: a los ya mencionados Fernando Arrabal y Francisco Nieva, con audacias innovadoras que no despiertan el interés del público mayoritario, se unen otros como  Alfonso Vallejo (Orquídeas y panteras). Destaca también la aparición grupos de teatro independiente, entre los que destacan La fura dels Baus, La Cubana, Tábano, La Cuadra, o Dagoll-Dagom.  

▪ En una modalidad tradicional, se sitúan las últimas obras de autores consagrados (Buero, Sartre, Antonio Gala). Claro exponente de un retorno a la línea tradicional es Fernando Fernán Gómez, con Las bicicletas son para el verano (1982).

▪ El llamado teatro social, se ocupa de realidades del momento por medio de técnicas renovadas. Es el caso de José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro) y Fermín Cabal (Desde Tú estás loco, Briones, farsa ambientada en la transición, hasta Castillos en el aire, que aborda el tema de la corrupción política). 

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