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La lírica desde los años 70 a nuestros días

Page history last edited by manuelferrari 14 years, 1 month ago

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LA LÍRICA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS

 

1. Introducción

 

Con la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 se produce la llamada  transición la democracia: 1977, legalización de partidos políticos; 1978, promulgación de la Constitución; 1981, golpe de Estado frustrado; ingreso en la Comunidad Europea en 1986, etc. La repercusión de estos acontecimientos políticos en la vida literaria española son evidentes: desaparición de la censura, recuperación de los autores exiliados, apertura hacia la literatura extranjera- europea, norteamericana y latinoamericana, fundamentalmente-, impulso político a la creación literaria en lenguas españolas distintas al español, generosa política de subvenciones oficiales a autores, multiplicación de premios y certámenes literarios, etc. y con el crecimiento y expansión de poderosos grupos editoriales y de comunicación (PRISA, Planeta, RBA...), el tratamiento del libro- en especial, la novela- en la sociedad de masas como un producto de consumo más que permite en algunos casos tiradas de varios centenares de miles- e incluso millones- de ejemplares (best-seller).  Rasgos de la literatura española de las últimas décadas son la  variedad  temática y estética, la diversidad de tendencias y corrientes literarias y la proliferación de autores. 

 

 

2. La poesía en la década de los setenta. Los "novísimos"

 

En 1970, publica José María Castellet la antología Nueve novísimos poetas españoles. Se trata de un grupo de poetas (nacidos entre 1939 y 1949): Manuel Vázquez Montalbán, Pedro Gimferrer, Félix de Azúa, Martínez Sarrión, José María Álvarez, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero.  Otros poetas, algunos más jóvenes, cercanos a estos son: Luis Alberto de Cuenca, Jaime Siles, Luis Alberto de Villena, Antonio Colinas, José Miguel Ullán, Jenaro Talens.  Las características de la poesía de estos autores son: 

 

a)  Distanciamiento de los preceptos éticos de la literatura anterior. No niegan toda la tradición cultural previa, sino la tradición literaria española, con excepción de algunos poetas del 27 como Cernuda o Aleixandre, y de algún otro de la promoción anterior, como Gil de Biedma, o bien poetas marginales como Ory, Cirlot o el grupo Cántico. 

 

 

b) Vasto bagaje intelectual, en contacto con las corrientes culturales de vanguardia  para marcar su distancia respecto a la literatura española anterior.

 

 

c) Sociedad de consumo y ambientes decadentes.  Su  formación  se  cimienta en  la cultura de los medios de comunicación, los “mass media”. Son continuas las referencias a la sociedad de consumo: el cine,  la música pop, el deporte, los tebeos. Estética “Camp”

 

 

d)  Defienden explícitamente - contra algunos poetas sociales- la ineficacia de la poesía para cambiar el mundo.  Es frecuente la poesía como tema, la reflexión metapoética: la poesía como valor absoluto en sí misma, autónoma. También les aglutina la concepción lúdica que tienen de la poesía. Como no existe vínculo entre poesía y mundo o realidad, el poeta se centra en el lenguaje, la experimentación lingüística, que termina por ser la única justificación de la creación artística. 

 

 

e)  Nuevo vanguardismo. En consonancia con su rechazo a entender el poema como un modo de interpretar el mundo, defienden  la libertad absoluta del poeta: utilización de la  escritura automática e incorporación de las técnicas de "collage",   el  verso libre amplio, la disposición visual y tipográfica del poema  (poemas visuales), la prosa libre... en línea con su voluntario hermetismo.

3. Últimas tendencias

 

La estética novísima es la dominante de 1966 hasta 1985. No obstante, tras la muerte de Franco, buscan una expresión más personal: se atenúan las actitudes provocadoras y culturalistas de los venecianos. Siguen presentes, no obstante, algunas líneas como la de la metapoesía (Guillermo Carnero o Jenaro Talens), la poesía experimental (poemas visuales de José Miguel Ullán). Otros poetas del grupo entroncan con la tradición: la poesía clásica greco-latina en Luis Antonio de Villena; el Romanticismo y Modernismo en Antonio Colinas, la poesía barroca en Antonio Carvajal, el malditismo de Leopoldo Mª. Panero o  la poesía pura, intelectual,  minimalista de Jaime Siles o Andrés Sánchez Robayna. Dos corrientes pueden advertirse a mediados de los ochenta en el seno de los poetas postnovísimos: la poesía figurativa, narrativa, proclive a la prosa (Luis Alberto de Cuenca y Luis Antonio de Villena) y la poesía elegíaca (Eloy Sánchez Rosillo).

            En torno a 1980 se produce un cierto declive de la estética novísima y una nueva promoción entra en escena. Sus representantes son poetas nacidos entre 1954 y 1968. En 1986 son presentados en una nueva antología,  Postnovísimos, preparada por Luis Antonio de Villena. Más allá de la pluralidad de tendencias (neosimbolismo, neorromanticismo, neosurrealismo, minimalismo...), podemos señalar como características que definen a la poesía de los ochenta las siguientes:

 

a) Recuperación de los poetas de los sesenta, en especial Gil de Biedma. Los consideran clásicos de la segunda mitad del siglo XX.

 b) Relectura de la tradición. Se pone énfasis en la experiencia, en la emoción y en la percepción e inteligibilidad del texto. Se recuperan la métrica, la rima y la estrofa.

 c) Vuelta a la narración y empleo del lenguaje coloquial. Se cuentan historias a partir de una anécdota, se introducen términos cotidianos y del lenguaje publicitario.

d) Renovación de temas: subjetividad, el paso del tiempo, lo urbano y lo cotidiano...

 e) Empleo del humor, el pastiche y la parodia. Imitan de forma paródica a autores del Siglo de Oro. La ironía y el distanciamiento son asimismo característicos.

 

Sobresalen también en los 80 importantes poetisas: Juana Castro, Ana Rosetti, Blanca Andreu. Junto a ellas, la vena intimista se acentúa en poetas neorrománticos andaluces: Alejandro Duque Amusco o Francisco Bejarano. 

De todas las tendencias de la poesía de los ochenta hay dos que parecen imponerse en la década de los noventa:

 

a)  Poesía del silencio. Una poesía minimalista, que reivindica las vanguardias, compuesta de poemas breves en los que se elimina la anécdota. Se trata también de una poesía reflexiva, filosófica, intelectual. El discurso se interrumpe para hacer oír  la voz del silencio. Los adscritos a esta tendencia, buscan la depuración, el despojamiento, para alcanzar el núcleo esencial de  lo que hay, existe, es o nos parece que es. Todos buscan el uso de una palabra que se quiere esencial  y tensa, depurada y concisa, en la estela de los presupuestos de la «poesía pura».

 b) Poesía de la experiencia. Esta corriente dominó el panorama poético durante una década: mitad de los 80 hasta mediada la década de los 90. Propugnan estos poetas una nueva sentimentalidad. Una poesía realista, que habla de la vida y de la realidad cotidiana de carácter urbano, con una expresión coloquial, y que revaloriza la experiencia, el humor y la emoción.

            Progresivamente, se fue manifestando un rechazo al relativismo moral de ambas tendencias en favor de un compromiso social del poeta frente a un mundo injusto e insolidario con el sufrimiento ajeno, una poesía del compromiso civil. El hombre de la calle (2001) es el título de una antología publicada por Fernando Beltrán, que cultiva una poesía “entrometida” en la que se desarrollan temas como la globalización, la ecología, las guerras imperialistas, el subdesarrollo o el neoliberalismo. 

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